Carecemos de información documental sobre el origen de la iglesia de Santa Eulalia, de la que disponemos tan solo de unas vagas referencias ya del siglo XVIII. Sin embargo, sus aspectos tipológicos y las pinturas murales de su presbiterio, fechadas en el siglo XVI, muestran un origen, cuando menos, dos siglos anterior a estas menciones escritas. En este sentido, se conserva sobre la iglesia en los archivos parroquiales documentación de 1620, que nos indicaría al menos su existencia ya en ese momento.
Se trata de un templo pequeño, de sillarejo y mampostería, de formas cúbicas en el que se aprecian distintos añadidos y reformas. Es de nave central única con cubierta a dos aguas y gran cabecera cuadrangular, a las que se han ido sumando otros cuerpos; un pórtico de entrada al sur con tres arcos sobre columnas simples, entre éste y la espadaña un almacén convertido en servicio, con una sacristía y una cilla adosadas a la nave por el noroeste.
En el interior, debe mencionarse el gran arco triunfal de piedra arquitrabado entre la nave y ábside, así como la techumbre de de madera pintada y barnizada, con un patrón vegetal en los tirantes, pares, cuadrales y asientos, en la nave central, ábside y sacristía. Custodia además el templo varios retablos tardo-barrocos, entre ellos el mayor que alberga la talla de la patrona, una pila bautismal de piedra, quizá medieval, un púlpito decorado y un coro sencillo de madera a los pies, desde el que puede accederse al husillo y al cuerpo de campanas. Su interior se encuentra enlucido, pero su picado en la zona de la cabecera reveló la presencia de pinturas murales figuradas y geométricas de gran interés.
En cuanto a su estado de conservación, muestra algunas deficiencias por desgaste y suciedad. Ha sido recientemente objeto de mejoras en el tejado. Presenta líquenes en el exterior, carpinterías defectuosas, ataques de xilófagos, una inadecuada instalación eléctrica y evidencias de las humedades que afectaron al su zona Suroeste antes del cambio de cubiertas.
La presente intervención en el marco del proyecto Románico Atlántico se centrará en la iluminación y monitorización de la iglesia.
Se ha adecuado la instalación eléctrica y lumínica a los requerimientos de un edificio de esta entidad, considerando la especial importancia que tienen las pinturas murales. Se han sustituirdo las luminarias no acordes a los requerimientos del edificio y de las pinturas, por otros más adecuados que además de iluminar contribuirán a su conservación.
Aunque la instalación eléctrica estaba recientemente renovada, las luminarias no habían sido sustituidas, por lo que la propuesta de intervención de iluminación se centra en su renovación. La instalación presentaba deficiencias, sobre todo en los focos, ya que eran luminarias poco adecuadas para el lugar. En este sentido, se ha sustituido todo el sistema de iluminación del templo, poniendo especial atención a los puntos de iluminación de la nave central y el ábside.
Se han tenido en cuenta también los requisitos necesarios para cumplir con las condiciones de seguridad que afectan a un templo de estas características y se han instalado luminarias con un IRC ajustado, que emiten luz sin efectos UV y especialmente adecuadas para proteger y conservar.
Así, la actuación ha llevado a cabo la iluminación de la cubierta de madera de par hilera de la nave central, mediante luminarias led de superficie, la iluminación del altar, del retablo mayor, de las pinturas murales y de la estructura de la cubierta, todo ello mediante focos microled.
Se instalará un sistema de monitorización que controle y avise del estado en el que se encuentra el edificio. Este sistema de control preventivo permitirá a los técnicos el control y el entendimiento de los problemas que padece el bien, para poder acometer las acciones correctas para su mantenimiento preventivo.
Se contempla la instalación de sensores de temperatura, humedad y luminosidad en la sacristía, el ábside y la nave, con el fin de registrar la variación de los parámetros ambientales en el recinto y poder caracterizar así la incidencia que tienen en su conservación y en la de los bienes muebles que alberga el templo.
Estos datos serán cotejados, de forma adicional, por la instalación de distintos sensores de temperatura y humedad en el exterior. Igualmente, se contempla la colocación de un detector de xilófagos en la bancada del retablo mayor.
El proyecto se ha completado con la restauración de las pinturas murales, acometida por la Junta de Castilla y León. Una singular decoración que cubre los paramentos interiores de la cabecera con motivos ornamentales esgrafiados sobre mortero, completados a su vez por escenas pictóricas figurativas distribuidas a ambos lados. Ambos sistemas decorativos parecen ser parte de un mismo proyecto, pues sus características estilísticas son concordantes.
Todo este conjunto pictórico se debió ejecutar para enriquecer la zona más relevante del templo, su cabecera, reproduciendo un modelo característico del siglo XVI, cuando muchas pequeñas y discretas iglesias se ornamentan para actualizarse y remozarse. La decoración esgrafiada, realizada con plantilla, crea un contraste de colores y texturas, consiguiendo un efecto ornamental interesante y de muy económica ejecución, sobre pobres materiales constructivos.
Las escenas pintadas representan, en uno de los lados, a San Antonio de Padua, Santiago Matamoros y San Martín de Tours, separados por pilastras fingidas. En el otro paramento encontramos una Anunciación y una santa mártir. Todo ello a modo de falso retablo, en el que se intenta conseguir con poca habilidad una cierta perspectiva. Concede a esta decoración un mayor interés el escaso número de casos conservados en los que se combinen esgrafiados con escenas narradas pintadas.
Los murales presentaban numerosas pérdidas y lagunas y un fuerte piqueteado, desprendimientos y falta de cohesión, depósitos de humo y de suciedad superficial, residuos de encalados y el amarilleamiento de los enlucidos. Para su recuperación, se han realizado tareas de limpieza, de consolidación de los fallos mecánicos y fijación, de reintegración material con mortero en las áreas de pérdida y muy selectivas restituciones cromáticas, en especial en la zona del zócalo.