Se trata de una construcción románica tardía, integrada en una ruta de peregrinación a Santiago de Compostela, aunque cuenta con importantes intervenciones posteriores. En cuanto a su estructura, se compone de una sola nave rematada por una capilla mayor cuadrangular. La sacristía se adosa en el lado norte, junto a la capilla mayor. Existió aquí una sala galilea de época moderna que mostraba arcos de medio punto en sus tres fachadas.
La fachada principal es totalmente lisa, solo interrumpida por la portada románica. Su estructura es muy sencilla, ya que está compuesta por tres arquivoltas de medio punto, con decoración sogueada asentadas sobre columnas, salvo la interior que lo hace sobre una pilastra. Entre ambos elementos se disponen los capiteles, decorados con representaciones tanto de seres humanos como de animales y vegetales. Otra pequeña y sencilla portada se dispone en la fachada sur. No podemos terminar el recorrido por las fachadas del templo sin citar la ventana saetera de arco apuntado, dispuesta en la cabecera y decorada con capiteles vegetales y zoomorfos.
Ya en el interior destaca especialmente el gran conjunto de pinturas murales que revisten los paramentos. Las pinturas, datadas en el S. XVI, representan escenas de la vida de Cristo y entre ellas destacan las dedicadas a la Matanza de los Inocentes, el Bautismo, la Última Cena, la Agonía en el Huerto, el Calvario, la Lamentación, el Entierro, la Resurrección de Cristo y Pentecostés. Estas pinturas fueron trasladadas a diferentes museos con el fin de garantizar su preservación.
